aprendiz masón

 UNAS NOTAS AL APRENDIZ

Cuando una Logia lleva a cabo una nueva Iniciación, cabe decir que lo hace con todo el cariño del mundo. La ceremonia de la Iniciación es, sin duda, una de las más bellas dentro de nuestro Ritual. La que más apreciamos sin duda los masones. Se distingue por una particularidad muy concreta. Hace apenas unas horas, vos erais para muchos de nosotros un perfecto desconocido. Ahora mismo, todos los aquí presentes os acabamos de conceder tres atributos, al cual de ellos más importante:

1)          Esta ceremonia os ha convertido en Masón.

2)          Nosotros os reconocemos ahora como Masón.

3)          Vos podéis considerarnos a nosotros como masones.

Pero es que además en este Ritual que habéis contemplado como aquí alabamos por encima de todo tres virtudes que valoramos por encima de todo:

1)          La Caridad.

2)          La Tolerancia.

3)          La Fraternidad.

La Masonería aspira siempre a que se desarrollen en aquel hombre que toca las puertas de nuestro Templo estos tres poderosos motores de cambio del ser humano. Algo muy difícil de conseguir y mantener en nuestra vida profana pero que aquí se puede lograr y obtener.

    Digo que se puede conseguir estas tres virtudes y también los tres atributos, pero no penséis que por haber sido iniciado ya los tenéis otorgados. Todos nos consideramos buenas personas, pero no es suficiente. A lo largo de la vida tenemos que luchar diariamente para demostrar que lo somos de verdad. Por el mismo principio, no es suficiente que hoy nazcáis como masón, o que os reconozcamos como tal o que vos seáis libre para llamarnos a nosotros masones. Tampoco vale que os suene la palabra fraternidad para convertiros inmediatamente en fraterno, o hablar de tolerancia y creerse tolerante, o conocer mucho que es la caridad e ir por la vida de caritativo.  

No, Querido Hermano.

Todo eso se consigue luchando cada día consigo mismo.  Como todas las grandes conquistas para ser mejor persona, se nos va a pedir valor unas veces, otras simplemente paciencia, tal vez dolor y sacrificio en ocasiones. La mas de las veces, mucho, mucho trabajo diario y personal.

 

 


 SI NO PUEDE SER LO QUE DEBE SER


                    Cuando hablo del momento presente, no se oculta, Querido Hermano, que este cuadro es sombrío y que estas palabras no asumen el buenismo que se nos exige al integrarnos en la Orden y acatar sin premura cualquier decisión tomada desde los órganos de Gobierno, bajando los ojos y asintiendo con resignación a cualquier decisión absurda, o peor aún, sumamente perjudicial para el futuro de la masonería en España.  Las actitudes prepotentes, y la demostración palpable de que nos creen inocentes rallando el borreguismo, pueden descorazonar al que no tenga un corazón bien templado. Pero los masones en general no pueden, por ningún motivo, dejar de decir la verdad o permitir que otros, por comodidad o por otra cosa peor, no la digan.

                   Es necesario recalcar esto una y otra vez: la Orden no debe ni puede ser refugio de cazarecompensas amorrados a los mandilones y honores de oropel, asumiendo la gestión una jauría irredenta de pelotas, labiosos y bocabajos. No puede ser albergue de gente que no sabiendo qué hacer con una vida masónica fallida, la suya, persista en la desesperada busca de un medio cargo que le ponga de hinojos en el humilladero con tal de lucir unos galones imaginarios, oficios sin poca o ninguna preparación pero que visten para un currículum imaginario; tampoco puede ni debe ser trampolín para los que no pudiendo ganarse el respeto de todos, se arrastren para cubrir su vanidad reptando hacia posiciones más expectantes que la que tienen o merecen. Es posible que todo esto haya sucedido y quizá suceda aún, pero, sea como sea, es necesario que termine. O la Orden es una institución de hombres de índole desinteresada y de sacrificado espíritu, o no es nada y sería preferible que cerrara sus templos, destruyera sus símbolos y olvidara su ritual si no pudiera o si no puede ser lo que debe ser.

REFLEXIONES TRAS LA GRAN ASAMBLEA


 

REFLEXIONES 

 tras la Gran Asamblea

     Tras casi cinco horas de Gran Asamblea extraordinaria, en la que se vence no por argumentario si no por agotamiento del personal, en la que el bilingüismo se nos antoja como un arma arrojadiza del tedio en lugar de puente de comunicación, y en la que la improvisación corre a la par que las facturas pagadas en forma de mandiles, cargos y honores tan falsos como lo son aquellos que los agradecen y aceptan, un simple masón no puede sustraerse a pensar que futuro nos espera a corto y medio plazo. Suponiendo que a largo nunca debería invocarse el fin de la masonería regular española, tal y como fue concebida hace más de un siglo.

     Porque, Querido Hermano, no es fácil vencer en unas elecciones, pero es más difícil llegar a ser un Gran Maestro, no un Gran Maestro perfecto, que es mucho decir, sino nada más que un buen Gran Maestro. Hay muchos obstáculos para ello y mucho tiempo de por medio; a veces, desilusiones con tu propio equipo; a veces, incomprensiones de los Hermanos que no entienden las decisiones tomadas; cansancio a veces y otras imposibilidades personales como ejercer un oficio profano que poco o en nada ayuda a la responsabilidad concebida. 

     Y eso se nota en una Gran Asamblea cuando el afán de protagonismo de tu propio Director del CR supera con creces los límites de lo conveniente, cuando el argumento en la que se basan varias decisiones importantes para nuestro futuro masónico flojea en su propia base y no tienen consistencia por falta de previsión, hacer las cosas a la carrera, aparentar que se está gestionando y no es así; cuando el machaque contra la gestión anterior pretende encubrir la ausencia de coordinación y los múltiples agujeros de la presente, en un turbio juego de pantallas de humo. En definitiva, que el conglomerado de los pareceres en los distintos clanes, aglutinado con las promesas electorales hechas en tiempo y forma, conforman una bola que - al caer por la ladera de las mentiras- se hace día a día cada vez más grande y menos creíble.