SI NO PUEDE SER LO QUE DEBE SER
Cuando hablo del momento presente, no se oculta, Querido Hermano, que este cuadro es sombrío y que estas palabras no asumen el buenismo que se nos exige al integrarnos en la Orden y acatar sin premura cualquier decisión tomada desde los órganos de Gobierno, bajando los ojos y asintiendo con resignación a cualquier decisión absurda, o peor aún, sumamente perjudicial para el futuro de la masonería en España. Las actitudes prepotentes, y la demostración palpable de que nos creen inocentes rallando el borreguismo, pueden descorazonar al que no tenga un corazón bien templado. Pero los masones en general no pueden, por ningún motivo, dejar de decir la verdad o permitir que otros, por comodidad o por otra cosa peor, no la digan.
Es necesario recalcar esto una y otra vez: la Orden no debe ni puede ser refugio de cazarecompensas amorrados a los mandilones y honores de oropel, asumiendo la gestión una jauría irredenta de pelotas, labiosos y bocabajos. No puede ser albergue de gente que no sabiendo qué hacer con una vida masónica fallida, la suya, persista en la desesperada busca de un medio cargo que le ponga de hinojos en el humilladero con tal de lucir unos galones imaginarios, oficios sin poca o ninguna preparación pero que visten para un currículum imaginario; tampoco puede ni debe ser trampolín para los que no pudiendo ganarse el respeto de todos, se arrastren para cubrir su vanidad reptando hacia posiciones más expectantes que la que tienen o merecen. Es posible que todo esto haya sucedido y quizá suceda aún, pero, sea como sea, es necesario que termine. O la Orden es una institución de hombres de índole desinteresada y de sacrificado espíritu, o no es nada y sería preferible que cerrara sus templos, destruyera sus símbolos y olvidara su ritual si no pudiera o si no puede ser lo que debe ser.

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