NO ENTRES
Hace muchos años, tenía que ir a trabajar en el edificio del ayuntamiento de Palma en plaza de Cort. Para llegar hasta allí, dejaba por la mañana temprano el coche aparcado en el muelle de pescadores, caminaba por el Parc de la Mar y subía por la escalinata de la catedral. Cuando llegaba arriba, me paraba unos segundos para contemplar las gárgolas del templo. A esas horas del día no habían llegado aún las masas de turistas y me sentaba un momento en los bancos situados en la parte del mar. Echaba mi cabeza arriba para percibir la sensación que transmite el inmenso bloque pétreo de la catedral de Palma. Después de unos segundos de observación desenfocada, se transformaba en una estructura ligera, casi flotante. Y en ese estado del mirar y remirar la catedral, las gárgolas resaltaban el poderoso gótico de sus pináculos. Observar las gárgolas como si fuéramos ciudadanos de finales del siglo XIV nos descubre un mensaje intimidatorio, que podríamos resumir en dos palabras: No entres. No se te ocurra atreverte a entrar en este espacio o atente a las consecuencias.
Las
gárgolas y animales de los bestiarios son criaturas mutantes, emergen
desde nuestro subconsciente para disuadirnos de que no nos adentremos en
su reino, que no nos atrevamos a transformamos, a cambiar, a
evolucionar. El viejo ego, tramposo y acomodaticio, nos envía señales de
miedo para que nada cambie y el tirano siga en su trono de siempre. Pero
en algo coinciden la gran literatura, nuestros rituales masónicos, la
psicología, los cómics y las películas de superhéroes: cada persona
tiene los recursos necesarios para llegar a ser, a transformarse. Esta
forma de ver los recursos de las personas se basan en una palabra que
para mí es la clave. El respeto. El respeto a los demás y el respeto a ti mismo.
Respetar
es una palabra extraordinaria. Viene del latín respectus (re-spectus),
proveniente del verbo specio que significa ver. Así pues, tendremos
respeto por un Hermano cuando lo volvamos a ver, pero en esta ocasión como si
fuera la primera vez, advirtiendo en él aspectos nuevos, diferentes,
evolucionados. El respeto es otorgado por la persona que te ve, que
te observa, que te escucha. De esta forma, descubriremos que algunos
Hermanos merecen especial respeto porque están en trance de
transformación, de llegar a ser, con sus propios recursos y trabajo
personal. Acordaros de la pregunta, “¿eres masón?” y la respuesta “por
tal me reconocen mis Hermanos”.
Eso
provoca en algunas ocasiones la aparición en su fachada externa de
gárgolas. Señales intimidatorias de no entrar por entrar. De no ser
frívolos en nuestra relación con los Hermanos. De que hay un compromiso
formal, en este caso de Hermandad. La fraternidad no es un tema menor,
al contrario. Es un principio que nos une a todos. No es para dar miedo.
Es una advertencia. Por supuesto que hay sentidos más oscuros del
respeto que lo vinculamos al temor y extremar el cuidado o precaución.
Alguien de respeto es también alguien que no conocemos suficientemente y
tiene un “mal rollito” que no sabemos qué es exactamente pero que ahí
está e intuimos. Tal vez por eso lo usen tanto en las películas de la
mafia cuando dicen “Sé que usted, Don Carlo, es una persona de respeto…”
o cuando oímos al gánster decir “hablas de mí por ahí y no con el
suficiente respeto…”
Los que hemos sido iniciados en la masonería, y por tanto transformados, tenemos que conseguir abrir en nuestro interior un espacio luminoso. Como en la catedral de Palma, si se ve desde afuera no se sabe cuánta luz cabe en su interior y que grande puede ser. Pero los Hermanos que están conociéndose a sí mismos, han interiorizado su espacio interior y pueden sentir una sensación de amplitud e iluminación. Estos espacios luminosos sólo se manifiestan ante aquellos que no han hecho caso a las gárgolas, han adentrado en el interior de si mismos y descubren asombrados que la luz y la arquitectura configura una enorme sensación de expansión tanto en su pensamiento, como también su corazón. Y los que entran es porque superaron el mensaje intimidatorio del "no entres" de las gárgolas.

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