LA TRASCENDENCIA 

He estado pensando estos días en este tema de la trascendencia.

En el Primer Grado, la ceremonia de Iniciación insta desde el principio al neófito a indagar tras la piedra material de nuestro propio cuerpo sensible, hasta llegar a conocer esa realidad metafísica que nos es propia y va más allá de lo puramente sensitivo y que definimos con el acróstico de VITRIOL. 

Esto quiere manifestar y declarar desde un comienzo que la masonería postula la creencia de un alma trascendente y no queda atrapada en postulados materialistas.  Es altamente evidente cuando en la propia ceremonia lo primero que se hace es tener que afrontar la prueba de la tierra, no habiendo metáfora para referirnos a lo que aquella cámara de reflexión simboliza: es claramente la propia tumba del recipiendario.

Allí pacientemente queda a la espera de que le guíen en este proceso ceremonial, elaborando un testamento con ideas que serán pasadas por el fuego, haciéndole evidente que hasta sus propios pensamientos han pasado ya a mejor vida. El Hermano Terrible o Experto va a buscarlo y lo presenta ante el Trono de Salomón, el cual le somete a un juicio con interrogatorios de índole moral, para posteriormente pasar por los elementos purificadores que le permitirán alcanzar la verdadera luz.

Necesitamos un guía. Pocos pueden ser maestros de sí mismos.